martes, 29 de junio de 2010

Sin feminismo no hay socialismo

Domingo 13 de junio de 2010

Sin feminismo no hay socialismo. Sin socialismo no hay emancipación de la mujer, …ni del hombre


Por: Susana Gómez

El socialismo busca la emancipación de todas las personas. Incluso en su lenguaje, el socialismo (o el comunismo) es feminista, ya que defiende la emancipación del género humano, con lo cual se proyecta hacia una etapa en donde no sólo se han superado ya las clases sociales, sino todo el resto de formas de dominación y opresión, incluida la desigualdad entre géneros. Pero ni la superación de las clases sociales, ni la desaparición de la opresión sobre la mujer, ni el fin de ningún otro tipo de dominación llega por arte de magia. Sólo llegan a través de la organización y la lucha de los grupos oprimidos contra esa opresión y las condiciones que la reproducen, y obviamente contra los grupos que la materializan. Para llegar a la desaparición o superación de las clases sociales, tiene que haber un paso previo en el que las clases explotadas se organicen, se rebelen y tomen el poder para imponer las condiciones que acaben con su explotación, de la misma forma, para acabar con las desigualdades de género y con la opresión que sufrimos las mujeres, tienen que haber un paso previo en el que las mujeres nos organicemos, nos rebelemos y acabemos con las condiciones que reproducen nuestra explotación y dominación. Y tenemos que recordar que estas condiciones son tanto productivas, como culturales.

Como vemos a diario, las mujeres trabajadoras tenemos varios frentes de lucha que acometer y todos esos frentes forman parte del proyecto socialista, del proyecto por construir una sociedad sin relaciones sociales de opresión, explotación, ni dominación. Ahora bien, si asumimos que el proyecto socialista tiene varios frentes de lucha es importante luchar porque no se margine, ni menosprecie ninguno de estos frentes de lucha. No es como antes que algunos afirmaban que la única pelea importante era la lucha de clases, y que una vez abolidas las clases, desaparecían todas las demás manifestaciones de dominación. De esa forma, los hombres se iban a conspirar, mientras la mayoría de las mujeres se quedaban haciéndoles la comida y cuidándoles los hijos. Los camaradas luchaban por la igualdad social, pero continuaban reproduciendo esquemas de dominación frente a sus compañeras. Muchas veces eran camaradas entre ellos, pero no con nosotras.

Hoy entendemos, que no se puede comprender la desigualdad social sin tener en cuenta otros factores de división que forman también parte de la reproducción de la desigualdad y sobre todo, somos conscientes que en la construcción del socialismo, no se puede luchar contra unos esquemas de dominación, pero reproducir otros pensando ingenuamente que van a desaparecer solos. El socialismo tiene la tarea de encarar y liquidar todas las formas de dominación y en esa tarea se debe de acompañar del feminismo.



Además, sabemos que eliminar las clases sociales no es una tarea tan sencilla ni tan rápida, que no basta como socializar los medios de producción, que hay condiciones sociales como la división social del trabajo y consecuentemente las relaciones sociales jerárquicas, que están en la base del proceso de construcción y reproducción de la desigualdad y de las relaciones de dominación.

La división social del trabajo marcó, en un momento dado de la historia, la división de la sociedad en castas y la dominación y explotación de unas castas por otras, después vino la división de la sociedad en estamentos o actualmente en clases sociales. Pero, como señalaron Engels y Marx, la primera división social del trabajo fue la que se dio en las comunidades primitivas entre hombres y mujeres, y marcó la primera manifestación de dominación de un grupo humano sobre otro.

En esos momentos, dadas las condiciones productivas, el poder no se manifestaba en el control de la tierra, que era de propiedad comunal, ni en el control de los otros medios de producción, ya que los instrumentos eran muy simples, sino en el control de la fuerza de trabajo. En ese sentido, tener muchas mujeres implicaba no sólo el acceso a su trabajo, sino también a sus capacidades reproductivas, es decir, a sus hijos e hijas como fuente de trabajo(1). La perpetuidad de la comunidad dependía, entonces, de la consagración de la mujer a la esfera reproductiva y esa consagración no se podía dejar a la libre decisión de la mujer.

Entonces, se tenían que crear las ideas, la construcción social, la ideología que atara a la mujer a la esfera reproductiva y anulara su capacidad de decisión sobre su cuerpo y sobre su vida y esa primera construcción ideológica se lleva a cabo a través de la religión. La religión es la primera construcción de ideas que no sólo justifica la dominación del hombre sobre la mujer, sino que la disfraza como algo “natural” y de esa forma institucionaliza el consentimiento de la mujer frente a su dominación. A través de esa construcción de ideas que es la religión, el cuerpo de la mujer y su decisión de procrear dejan de ser suyos y pasar a pertenecerle a un “ser superior”, que es la forma que en ese momento encuentra el sistema patriarcal de materializar y perpetuar su esquema de dominación, pero además se convierte a la mujer en una pieza clave de la reproducción de su propia dominación a través de la familia y de la educación.

En el capitalismo, la mujer es doblemente explotada. Como afirmó una de las primeras socialistas feministas (Flora Celestina Teresa Tristán) hace casi ya 200 años, “las mujeres somos las proletarias de los proletarios”. En el capitalismo, la mujer realiza innumerables trabajos que no le son remunerados, ni reconocidos socialmente. El salario representa el precio de mercado de la fuerza de trabajo. Y el valor de la fuerza de trabajo se calcula, al igual que en las demás mercancías, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para reproducirlo, que está determinado por los valores de cambio de las mercancías socialmente necesarias para que, día a día, el trabajador o trabajadora puedan levantarse, volver a trabajar y renovarse como mercancía vendible. No obstante, el trabajo realizado en el hogar, lo que se denomina trabajo doméstico, y que como vamos a ver ahora es importantísimo para la sociedad, es un trabajo que se apropia el capital sin retribuirle nada a la mujer. Este trabajo no remunerado, permite al capital tener ganancias mayores. (2)

Nos damos cuenta que en esta época, muchas mujeres tenemos una doble jornada de trabajo, trabajamos en el mercado laboral a cambio de un salario y seguimos trabajando cuando llegamos a casa, pero sin salario. A veces pensamos que es sólo durante las primeras ocho horas que el capital se apropia de parte de nuestro trabajo, pero lo cierto es que durante las otras horas, nosotras hacemos un trabajo esencial para la reproducción del capital.

El capitalismo se fundamenta en la producción de mercancías para su intercambio a través del mercado y, como hemos visto antes, en el capitalismo la fuerza de trabajo es una mercancía que se vende por un salario. ¿pero en quién recae en buena parte la producción y reproducción de esa mercancía llamada fuerza de trabajo? No es sólo que la mujer cocine y cuide al obrero o a sí misma como obrera para estar en disposición de venderse al día siguiente su fuerza de trabajo ¿quién pare, amamanta y cuida a los niños y niñas para convertirlos en futuros trabajadores y trabajadoras? ¿quién les hace la comida, los arropa cuando tienen frío, los consuela o anima para que sigan adelante?

Como vemos el doble carácter de la explotación de la mujer (sometida y explotada, tanto en el mercado como en el hogar) constituye un elemento vital para la reproducción del capital(3). Es importante reflexionar sobre esto porque en épocas de crisis como la actual, el capitalismo frente a la caída de la tasa de ganancia reacciona no sólo despidiendo a los trabajadores (y obviamente las mujeres suelen ser las primeras afectadas) y bajando los salarios, sino también presionando la reducción de los servicios sociales. Y esto incide enormemente en el incremento de la explotación de las mujeres. En países donde la crisis se enfrente, pongamos el ejemplo, eliminando los preescolares y las guarderías públicas, eliminando los comedores escolares, los servicios públicos de atención al adulto mayor, reduciendo las prestaciones de salud, etc… todos estos trabajos vuelven a recaer en las espaldas mujeres de forma no remunerada, es decir, no reconocida socialmente.

Sólo en el socialismo, y en la medida que la fuerza de trabajo deje de ser una mercancía, y que su planificación se base en las necesidades de toda la sociedad, las mujeres tendremos las condiciones para liberarnos de esa doble explotación que sufrimos. Sólo en el socialismo se puede lograr que ese trabajo invisibilizado que realizamos las mujeres y que es vital para la sociedad sea repartido y asumido por toda la sociedad.

Pero esas condiciones deben materializarse en el fin de las relaciones de dominación en todos los ámbitos sociales, lo cual implica una lucha diaria por conquistar palmo a palmo ese terreno de nuestra liberación como trabajadoras y como mujeres.

Separación entre lo público y lo privado, impuesta por la ideología liberal para mantener sus esquemas de dominación

Muchas veces parece que la revolución entra en nuestra vida social, pero no en nuestra vida “doméstica”, entra en nuestras comunidades, pero no entra en nuestras casas, mucho menos en nuestras cocinas o en nuestras camas… bueno, probablemente sea porque aún no somos del todo conscientes que esa falsa disociación es precisamente una de las principales armas de la dominación contra la mujer. Tenemos que comprender que todas nuestras esferas son sociales, todas las dimensiones de nuestra vida son políticas. Todo lo que hacemos con o para los demás es social y es, además productivo, en el sentido que significa un aporte a la sociedad.

Cómo se reparte el trabajo, cómo se toman las decisiones, cómo se regula la participación, o cómo se satisfacen las distintas necesidades son aspectos que nos permiten identificar relaciones sociales de dominación o de emancipación, en todas y cada una de las facetas de nuestra vida, desde las más públicas hasta las más íntimas. Y luchar porque esas relaciones sociales que se producen en todos esos espacios sean relaciones conscientes solidarias, emancipadas, voluntarias, libres de dominación o coacción de cualquier tipo es la tarea fundamental del socialismo.

Y es dentro de este aspecto de la necesidad de desenmascarar esa disociación artificial entre la vida doméstica y la vida social, dónde me parece importante entrar a discutir el papel de los consejos comunales en la lucha contra la dominación de la mujer. A mi juicio, no basta con que las mujeres tengamos una participación activa dentro de los consejos comunales, sino que creo que la construcción de condiciones que permitan superar la dominación contra la mujer debe ser un eje importante dentro de los consejos comunales. No puede ser, poniendo sólo el ejemplo más extremo, que en nuestras comunidades sepamos que en tal casa hay una mujer que sufre maltrato, pero asumamos que ese no es un problema del consejo comunal o que el consejo comunal no puede meterse y dejemos que ese maltrato continúe y si nos descuidamos hasta elijamos al marido maltratador como miembro de alguna vocería. No puede ser que una mujer maltratada se sienta sola, sin saber dónde acudir y en quien apoyarse dentro de una comunidad organizada. No puede ser que una adolescente joven se embarace sin desearlo y no cuente con un colectivo de mujeres que pueda aconsejarla y ayudarla y acompañarla en la decisión que ella responsablemente tome. No puede ser que se violente sexualmente a alguna mujer dentro de nuestras comunidades y que nos quedemos prácticamente con los brazos cruzados.

Es importante entonces, pensar cómo dentro de los consejos comunales creamos espacios desde los cuales busquemos la soluciones colectivas a nuestros problemas, espacios para ayudarnos y protegernos, para organizarnos y reeducarnos en función de no reproducir esas relaciones de dominación, que desde la familia, la escuela, la televisión nos han inculcado y que, probablemente si no construimos espacios donde podamos debatir estos temas, seguiremos inculcando a nuestras hijas e hijos.


(1) C. Meillassoux, Mujres, graneros y capitales, 1977, en D. Comas D’Argemir “Trabajo, género, cultura” Ed. Icaria, 1994
(2) N. Kohan, Marxismo para principiantes, Ed. Era Naciente, 2005
(3) Op. Cit.
Fuente:

Compromiso con la Constitución y con el pueblo





En rueda
de prensa este martes
Asamblea Nacional ratifica compromiso con la Constitución y con el pueblo







Alfredo Murga hizo especial énfasis en las leyes propuestas ante el pleno del Parlamento Nacional que refundan la institucionalidad de la República


El presidente de la Comisión de Participación Ciudadana, Descentralización y Desarrollo Regional, diputado Alfredo Murga recalcó que dentro de la Carta Magna se establece el compromiso que debe tener la Asamblea Nacional de legislar a favor del pueblo además de suministrar las herramientas para el fortalecimiento del Poder Popular.

Recordó, en una rueda de prensa realizada este martes, que si bien la Constitución de la RepúblicaBolivariana de Venezuela no define a la nación como una patria socialista, tampoco la determina como una sociedad capitalista y burocrática.

Murga hizo especial énfasis en las leyes que han sido propuestas ante el pleno de la Asamblea Nacional, además de llevadas a consulta popular, destacó la Ley de Planificación Pública, la Ley de participación y Poder Popular, la Ley de Contraloría Social, la Ley de las Comunas y la Ley del Sistema de Economía Comunal, todas estas partiendo de la recién aprobada Ley Orgánica de los Consejos Comunales.

El diputado considera que la negativa y las críticas de los sectores opositores ante este paquete de leyes es la desconfianza y el rechazo que siente la derecha hacia el pueblo organizado y constituido como sociedad comunal.

Reiteró que: “Se han creado estas cinco leyes para crear una visión de institucionalidad del Poder Popular, a partir de la entrada en vigencia de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales… Están respaldadas por el mandato constitucional en el concepto de refundar la República”.

Antv Noticias/JTB

Martes, 29 de Junio de 2010

33218-108

jueves, 24 de junio de 2010

Chavez es Socialismo




CHÁVEZ ES SOCIALISMO

No se puede entender el momento político, mucho menos construir una estrategia correcta, sin un diagnóstico acertado de las fuerzas en pugna.

En el seno de la Revolución Bolivariana aparecen claramente dos corrientes en lucha feroz por la hegemonía del proceso, por colocar la renta petrolera al servicio de un proyecto determinado de país. Veamos.

La neoligarquía, que a la sombra del Estado ha conseguido acumular capital en cantidades tales que la convierten en una poderosa clase emergente, con intereses económicos comunes, que se organiza y trata aceleradamente de consolidar una expresión política para enfrentarse a la corriente socialista.

La neoligarquía emergente tiene varias contradicciones que resolver:

Primero, debe ser chavista, derivan su fuerza política del caudal chavista, pero al mismo tiempo el discurso y la práctica socialista del Comandante va contra sus intereses.

Segundo, debe dar respuesta a las expectativas de la sociedad que exige satisfacción de sus necesidades, las naturales y las artificiales, creadas por un consumismo insensato, pero por la vía capitalista no lo consigue, y no puede tomar el camino socialista porque va contra sus intereses. Es una clase sin futuro, pero con capacidad de hacernos mucho daño.

La neoligarquía intenta resolver sus contradicciones deteniendo al Socialismo: lo privan de su aliento constructor, lo debilitan y debilitan al Comandante, porque en Venezuela sin Chávez no hay Socialismo, y sin Socialismo no hay Chávez. Para eso cuenta con la pequeña burguesía, que es su clase operativa y suplidora ideológica. El proyecto de la pequeña burguesía tiene como misión histórica detener al Socialismo y abrir camino a la restauración capitalista.

Por un lado, despolitizan el proceso, es decir, pretenden despojar a la política de su esencia, de ser lucha entre proyectos distintos, antagónicos, que obedecen a intereses económicos distintos, antagónicos, a visiones del mundo opuestas: los intereses de los capitalistas en oposición a los intereses de las grandes masas despojadas.

La colaboración de intereses que proponen no pasa de ser una ilusión que siempre conducirá al fracaso, porque en el país ya no caben las conciliaciones, ni políticas ni económicas.

Proponen un partido que deja de ser instrumento político de los desposeídos, y se transforma en un conglomerado inocuo, desdibujado, despolitizado, donde sospechosamente, dicen, cabemos todos.

En lo económico impulsan formas que presentan como híbridos novedosos, cuando en realidad son vetustas formas capitalistas ñoñas, que se enfrentan a la economía socialista.

La política neoligarca nos lleva a un callejón sin salida: no conseguirán resolver ningún problema, ya sabemos que el capitalismo no resuelve. Pero, además debilitarán al Comandante al despojarlo de su vigor socialista. Entonces, por esa vía cosecharemos indefectiblemente un Pueblo desconcertado, escéptico, amotinado. Y abriremos vías a respuestas fascistas.

¡El proyecto neoligarca es un enemigo principal, y el deber de los revolucionarios es derrotarlo, de no hacerlo la neoligarquía disolverá de nuevo a la Gran Colombia y truncará el sueño bolivariano!

¡El Socialismo se construye con Socialismo!

¡Chávez es Socialismo!


Fuente:

http://ungranodemaiz.blogspot.com/2007/05/chvez-es-socialismo.html

Pon a Volar el Socialismo





Pon a volar el socialismo. Ejército Comunicacional de Liberación. Caracas, Venezuela.

Interrogarnos: ¿qué significa gobernar socialistamente?, puede que nos ayude a prevenir los estragos de un par de prácticas tan comunes como estériles: la primera, aquella según la cual – y sobre todo desde 2007 – todo acto administrativo, política pública, iniciativa legislativa, medida económica, institución o individuo, etc., es socialista porque se le etiquete o autodenomine como tal; la segunda, todo acto, política, iniciativa, medida, institución o individuo – salvo el zambo, y a veces ni siquiera – vinculado directamente al Estado constituye una traición al "verdadero" socialismo, porque no se trata más que del monstruoso, paranoico y devorador Estado burgués.

El asunto sobre el "verdadero" – y por tanto el "falso" – socialismo viene a complicarlo todo, puesto que nunca se ha tratado de socialismo a secas, sino de un "socialismo del siglo XXI" que, de hecho, reúne las más disímiles tendencias: desde el estalinismo más vulgar y ramplón, hasta las tendencias más libertarias y democráticas, que reivindican la postura anti-capitalista, pero sin ceder a la tentación autoritaria y anti-popular del primero; pasando, por supuesto, y entre otros, por el marxismo-leninismo – para algunos, creación del mismísimo Stalin –, el trotskismo – algunos con y otros contra el zambo –, el socialismo reblandecido, de corte liberal, y el infaltable ejército de oportunistas sin adscripción ideológica definida.

Necesaria autocrítica mediante, quienes nos inscribimos en la tendencia anti-capitalista, anti-autoritaria, democrática y popular, tal vez hemos perdido mucho de nuestro valioso tiempo intentando debatir con los estalinistas – que, desde que descubrieron la fórmula "Chávez es socialismo", ya no creen en nadie – o en denunciar a los oportunistas, cuando de lo que se trata es de analizar las prácticas de gobierno, o eso que Foucault llamaba "prácticas de gubernamentalidad".

Decía Foucault: "a todo socialismo llevado a la práctica en una política, no es necesario preguntar: ¿a qué texto te refieres, traicionas o no al texto… eres verdadero o falso?, sino simplemente, y siempre: ¿cuál es entonces esa gubernamentalidad… que te hace funcionar?". Dicho de otra forma: "¿cuál podría ser, en verdad, la gubernamentalidad adecuada al socialismo?... ¿Qué gubernamentalidad es posible como… estricta, intrínseca, autónomamente socialista?". Se respondía Foucault, al mejor estilo robinsoniano: "Hay que inventarla".

Como quiera que el socialismo es gobierno – y luchamos porque siga siéndolo –, entre celebrar porque el socialismo ya llegó y denunciar el "falso" socialismo, lo que corresponde es inventar el arte socialista de gobernar.

viernes, 11 de junio de 2010

El socialismo del siglo XXI en Venezuela






Presidente de Venezuela Habla del Socialismo

Hugo Chávez Asamblea General de la ONU 24/09/2009 2/6

http://www.youtube.com/watch?v=I9Rd3_i9bbA&feature=fvsr


El socialismo del siglo 21

http://www.youtube.com/watch?v=r1j8QfXmQbA
Hacia la construcción de un nuevo estado y una nueva humanidad
Por: Elida Quevedo
Fecha de publicación: 06/02/10

Teóloga de la liberación

Introducción

El planteamiento del socialismo del siglo XXI en la Venezuela Bolivariana de hoy es un planteamiento de fondo que desafía no sólo el intelecto del pueblo, su academia, su sabiduría popular y soberana, sino toda la realidad venezolana.

Un desafío que trae consigo además muchas consignas de esperanza para la reconstrucción y la transformación social, en la búsqueda del espacio vital digno y soberano que se merece este pueblo. Una de estas consignas es la de dar a luz un nuevo humanismo, centrado en la justicia como valor supremo, ni individualista ni materialista, un humanismo liberador y en relación solidaria y recíproca con todo lo que le rodea, en contraposición con el humanismo cruel y depredador que nos ha legado el modo de producción capitalista y el neoliberalismo.

Según lo que ha opinado públicamente Touraine (2006), se podría decir que el planteamiento del socialismo del siglo XXI en Venezuela constituye la búsqueda de una nueva “expresión política” que ayude a curar los males sociales que no se pueden solventar por la vía del capitalismo. Pero también, un intento (válido por cierto), de plantearse una nueva política de ruptura (2006).

En todo caso, parece conveniente pensar en este planteamiento como una alternativa real y posible y no como un simple discurso político, o una ilusión de soñadores ingenuos, o como un simple debate que busca un nombre para apodar o ubicar en alguna categoría política un proceso como el que se vive actualmente en este país.

Hay que advertir también que es importante participar en este debate, porque este es un escenario en el que las mejores ideas, los ideales más nobles, las precisiones más ciertas, serán las que mejor contribuyan hacia el logro de esa mejor “expresión política”, socioeconómica y cultural para esta experiencia particular venezolana.

I. La realidad venezolana actual: transición hacia la sociedad de la plena

inclusividad.

1. La vía: superación del capitalismo y neoliberalismo

Como planteamiento de fondo el socialismo del siglo XXI se orienta hacia la superación del capitalismo como modo de producción y el neoliberalismo como aparato ideológico político que lo sustenta. La principal razón por la que el capitalismo debe ser superado tiene que ver con la catástrofe humana que ha ocasionado en todo el mundo, debido a las grandes desigualdades económicas y la exclusión social y la destrucción ecológica que ha producido. Según cifras aportadas por James Petras en el 2004 un 80% de la población humana vive en estado de pobreza, y va en aumento, lo cual deviene como consecuencia directa de una distribución desigual de todas las riquezas mundiales, las cuales se distribuyen en un 90% parta apenas un 20% de la población, y el resto de la humanidad debe sobrevivir con lo poco que queda.

2. El capitalismo no puede resolver los problemas que le son inherentes.

Tal como señalan Valderrama y Mena (2006), el modo de producción capitalista se realiza mediante una dinámica de competencia feroz entre los actores económicos, la ética del lucro individual, cada quien buscando egoístamente la mayor ganancia posible culminando en la apropiación individual de la riqueza social por una minoría. El resultado es una falta de atención a los problemas sociales. “Es así que la alimentación, la educación, el trabajo, pasan a ser problemas individuales y, por lo tanto, de solución imposible para el grueso de la población” (2006: 73).

Pero la problemática de la exclusión social es sólo una parte de la situación nociva generada por el capitalismo. Hay que mencionar también la problemática de la destrucción del medio ambiente, con su consecuente desequilibrio, como parte de un proceso de destrucción que se ha desatado y que amenaza seriamente la vida de todo el planeta. Y, según señala irónicamente Hinkelammert (1996), el capitalismo celebra la eficiencia y la racionalidad con las cuales esta destrucción se ha llevado a cabo, lo que a su parecer es más bien una gran irracionalidad de tipo asesinato-suicidio, ya que está cada uno de ellos (los capitalistas) serruchando la rama sobre la que se halla sentado el otro, sin darse cuenta que cada uno irá cayendo en un orden establecido por el mayor o menor grado de eficiencia. “El más eficiente queda de último, y cae de último al abismo. Aunque esté convencido de lo contrario, ha cortado precisamente la rama sobre la que él estaba sentado” (Hinkelammert, 1996: 368).

Esta realidad viene a agravar la situación para los más pobres, ya que entre muchos otros males que les sobrevienen por este proceso de destrucción en marcha, los recursos naturales se agotan (como el agua por ejemplo) y los centros capitalistas, principalmente Los Estados Unidos de América, ya se preparan para apropiarse de lo poco que queda en provecho propio, ignorando por completo las necesidades de las grandes mayorías empobrecidas y excluidas.

¿Y qué decir sobre los beneficios de los grandes adelantos tecnológicos y científicos que le han resultado tan caros al grueso de la humanidad en el modo de producción capitalista? (la farmacéutica y la biotecnología, las tecnologías de la información y el software, entre otros) ¿Cuáles han sido los costos humanos y ecológicos que hemos tenido que pagar? ¿Quiénes los disfrutan? Ciertamente no las mayorías excluidas, quienes no sólo sufren desplazamientos en los trabajos por las máquinas y la tecnología, sino que cada vez viven problemas más graves de salud, y en general todo tipo de males sociales, en medio de la gran modernidad que se ufana de su mal llamado “progreso”, con sus signos de opulencia y derroche de las minorías enriquecidas de esta manera ilícita.

Por todo lo dicho, no se puede esperar que el sistema que ha generado tan grandes contradicciones sea capaz de aportar las soluciones y transformaciones sociales que se requieren, porque el capitalismo se alimenta justamente de esas contradicciones y de esa gran masa de excluidos y excluidas.

3. Del capitalismo hacia la creación de la sociedad donde todos y todas quepan.

Hinkelammert (1996) explica la realidad del capitalismo total y la ética del mercado bajo la cual vive actualmente el mundo como una fuerza compulsiva de hechos que terminan por imponer una sociedad en la que nadie cabe. Para la disolución de dichas fuerzas, señala el autor, hay que echar mano sin más demoras de una ética de la solidaridad.

Pero el capitalismo es antihumano por naturaleza y genera destrucción ecológica y humana a gran escala, en vano esperan quienes todavía aspiran a que el capitalismo se vuelva solidario, más humano y más justo.

El capitalismo nunca será un sistema de equidad y justicia porque el valor supremo del capitalismo es el tener más, y para ello debe derribar a su paso no sólo a sus competidores, sino también todos los valores que le son contrarios, como la justicia, la igualdad, la solidaridad, la cooperación mutua, la preocupación por los más débiles, los Derechos Humanos, la soberanía y autodeterminación de los pueblos, el equilibrio ecológico, entre otros, porque estos valores sólo estorban el libre desarrollo del sistema para la mayor ganancia, que es el fin último del capitalismo.

También esperan en vano quienes todavía sueñan con la realización del bien común, o el aumento de la competitividad de las economías del tercer mundo que promete el libre comercio. Porque como bien han dicho los representantes de dicha ideología, para ello se necesita que el libre comercio se desarrolle plenamente, sin limitaciones de ningún tipo, lo cual ha significado ya un horror para millones de vidas humanas en todo el mundo, sin mencionar la vulnerabilidad en la que quedan los Estados naciones que se han dejado seducir por esta ideología (Hinkelammert, 1998). Aunque es necesario precisar que existe una diferencia entre los Estados naciones imperiales y los Estados naciones del tercer mundo, pues los primeros, lejos de debilitarse, se vuelven poderosos y necesarios en este esquema (Petras, 2004).

Ya ha quedado demostrado que, aunque el comercio ha crecido como un gigante, lo único que se ha logrado es una descomunal concentración de las riquezas en pocas manos, de tal suerte que el mundo actualmente le pertenece a las 500 mayores compañías y bancos del mundo, de los cuales casi un 48% son de los EEUU, un 30% son de la Unión Europea y el 10% son japoneses. “En otras palabras, aproximadamente el 90% de las mayores corporaciones que dominan la industria, la banca y los negocios son estadounidenses, europeas o japonesas” (Petras, 2004: 11). Y esto no es producto de la eficiencia y la buena administración sino que es un resultado directo de las de las políticas estatales de Estados Unidos y la Unión Europea (2004).

Cabe señalar que una de estas políticas de Estado es el ALCA y los TLC que Los Estados Unidos lograron imponer en algunos Estados naciones de América Latina, sobre lo cual señala Petras:

El apoyo de los Estados Unidos al ALCA se debe a los beneficios exorbitantes que obtienen con las políticas de libre mercado y la creencia de que el acuerdo consolidará el marco necesario para la continuidad de las ganancias. La desintegración de las economías de América Latina y la descomposición de sus sociedades únicamente entrarían en los cálculos de Wall Street y Washington si llegaran a producirse revueltas populares, en cuyo caso Washington está preparado para imponer un control militar, pero no para modificar las condiciones de explotación (2004: 65).

Según lo anterior, el ALCA no es otra cosa que un mecanismo de explotación, en la competencia del mercado, que elimina las economías más débiles, como es el caso de las economías de América Latina que entraron en esta dinámica y que no tienen posibilidades reales de sobrevivir bajo las condiciones del ALCA.

Por todo lo señalado, la sociedad donde todos y todas quepan, sólo puede ser posible si, como señala Hinkelammert, aparece una mediación que subordine la ética del mercado a la ética de la solidaridad” (1996: 377).

La ética de la solidaridad enrumba nuestro horizonte hacia la creación de una sociedad de iguales, una sociedad que realice colectivamente el bien común y garantice la mayor suma de felicidad posible para todos y todas. Esto sólo se logrará mediante la superación del capitalismo y la subordinación de las fuerzas compulsivas del mercado al respeto de lo humano y de la vida como tal. Y el socialismo del siglo XXI es un camino posible.

II. Aproximaciones al debate del Socialismo del siglo XXI en Venezuela

Como se ha señalado anteriormente, el planteamiento del socialismo del siglo XXI en Venezuela es el generador de un gran debate en el cual todas las instancias, los sujetos históricos y las instituciones sociales y comunitarias tienen algo que decir. A continuación señalamos alguna de las líneas gruesas que forman parte del debate, las cuales es necesario abordar de una manera más profunda. Y sólo de manera sugestiva, se analizarán también elementos de un posible diálogo entre lo religioso, lo político y lo social, para la creación colectiva del socialismo del siglo XXI, el nuevo Estado y una nueva humanidad en Venezuela.

1. El socialismo del siglo XXI en la ruta de Venezuela

Es importante el punto de partida del debate sobre lo específicamente

Venezolano en la creación colectiva del socialismo del siglo XXI. En ese sentido, hay que agradecer la clarividencia de José Carlos Mariátegui cuando advirtió: “No queremos ciertamente que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano” (Mariátegui, citado por Carlos Lanz, 2006).

Esto no quiere decir sin embargo que no se tomen en cuenta las experiencias de los socialismos que se vivieron en Europa. Es sólo que hay que partir de la propia realidad y valorarlos a partir del propio contexto. Valderrama y Mena (2006) sugieren un análisis equilibrado de las causas del retroceso del socialismo en la Europa del Este, ya que se han escrito materiales muy interesantes al respecto, pero el enfoque es eminentemente capitalista, lo cual produce un desequilibrio en la comprensión de dichas causas, y comprenderlas en forma integral es importante para enriquecer la experiencia propia.

2. El tema de la propiedad social: nudo central en el debate del socialismo del siglo XXI en Venezuela

En el capitalismo el modo de producción es privado, y se sustenta sobre la

propiedad privada. En el socialismo tanto el modo de producción como la propiedad deben ser sociales. Este es el nudo grueso del debate. Actualmente son muchos los planteamientos en ese sentido, pero todos deben ser analizados con ponderación, debido a lo que está en juego. Lo que sí está muy claro es que el capitalismo produjo la apropiación de la riqueza social por una minoría y por consiguiente una sociedad dividida. En ese sentido, el capitalismo no realiza la felicidad y el bien común de todos y todas. Entonces, necesariamente el modo de producción debe ser social, el fruto del trabajo debe ir a la sociedad y la sociedad repartirlo con justicia (Valderrama y Mena, 2006). Y la sociedad debe ser una sola, una sociedad de iguales con un único interés, el bienestar de toda la sociedad. Y sólo en una relación social de producción se garantiza la posibilidad de una sociedad en la que todos y todas quepan (Hinkelammert, 1996).

III. El Socialismo del Siglo XXI en Venezuela y la creación del nuevo

Estado y la nueva humanidad

Lo determinante de la economía en el socialismo es la propiedad social de los medios de producción y la distribución justa y equitativa de la riqueza social, lo cual sólo podrá viabilizarse si se transforma también el Estado. Esto supone el fortalecimiento ético, económico y político del actual Estado venezolano. (Valderrama y Mena, 2006).

Este fortalecimiento ético del nuevo Estado exige cambios profundos y transformaciones estructurales, como bien señala el profesor Carlos Lanz (1996). En ese sentido, el nuevo Estado necesita profundizar en las nuevas formas de participación política y ciudadana y consolidar las nuevas formas de descentralización del poder. Deben debe viabilizarse inteligentemente los poderes creadores del pueblo (Preámbulo Constitución 99), la ciencia y la tecnología deben recuperar su pertinencia social, hay que promover una relación armónica con la naturaleza, fortalecer el desarrollo endógeno, promover una cultura de la solidaridad, con reivindicación del enfoque de género, incluyendo a todos los sujetos históricos tradicionalmente olvidados (la negritud, los indígenas, los jóvenes, la tercera edad, los niños, niñas y adolescentes). Un Estado donde todos y todas quepan.

1. Una nueva humanidad, una nueva conciencia

Casi sin darse cuenta, las personas en la sociedad capitalista y neoliberal

se tornan egoístas, como consecuencia de la insana competencia del mercado y la ideología sustentadora del sistema que consumen, y también por el imperativo de la sobrevivencia. Esto hace que desaparezcan de su ámbito personal los valores de la solidaridad, la cooperación mutua y la ética comunitaria, empujándoles sin remedio a la búsqueda exclusiva del bien propio. Por eso es necesario, en el socialismo del siglo XXI en Venezuela, procurar también la aparición de la nueva conciencia ciudadana, una nueva subjetividad, una nueva mentalidad (Lanz, 2006). Una conciencia solidaria, cooperacionista, amante de la justicia, de la igualdad y la equidad, con apego a las normas, la transparencia, la inclusividad.

2. Socialismo del Siglo XXI en Venezuela y ética espiritual: la mediación del cristianismo liberador

Los elementos éticos espirituales para la creación de la nueva humanidad sólo se pueden encontrar en una espiritualidad de la liberación (no necesariamente cristiana). Es decir, una espiritualidad situada desde el compromiso por la vida plena. Una espiritualidad capaz de encarnarse también en el contexto de cambios y transformaciones sociales que se viven actualmente en Venezuela. Una espiritualidad que haga causa común con las luchas sociales, y a favor de todas las reivindicaciones sociales.

En ese sentido, no todas las espiritualidades están en la capacidad de dar aportes significativos. En el caso específico de las espiritualidades cristianas (católicas, evangélicas, reformadas, carismáticas, etc.) las hay de enfoque intimista (sólo interesa el bienestar del yo intimo), espiritualizantes, que separan cuerpo y espíritu, y sólo les interesa lo espiritual, por lo tanto no tienen interés en las luchas sociales. Y otras son dogmáticas, es decir son más importantes las tradiciones y doctrinas de la iglesia, lo cual ven como único principio de autoridad para la vida de fe.

En el caso de las espiritualidades cristianas un recurso posible para ayudar en la transformación social y aportar hacia la creación de una nueva conciencia y un nuevo humanismo es la corriente del cristianismo liberador. Porque es la espiritualidad vivida y sentida desde un profundo apego a la justicia, la equidad, la igualdad, la solidaridad, la transparencia y todos los valores humanos y valores éticos morales que deben afirmarse en la nueva conciencia humana para una nueva realidad sociocultural y sociopolítica.

CONCLUSIÓN
A manera de conclusión, bastarán sólo unas pocas líneas para señalar que este debate aún no termina. El proceso de diálogo y reflexiones críticas que se han adelantado hasta ahora no han agotado el tema, por eso mismo constituye todo un reto de participación que no se debería menospreciar.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Enciclopedia Hispánica. 1999. Vol.9. Versailles, Kentucky: World Color Book

Services

Hinkelammert, Franz. (1996). “Una sociedad en la que todos quepan: de la

impotencia de la omnipotencia”. En Duque, José. Editor. 1996. Por una

sociedad donde quepan todos: Cuarta Jornada Teológica de CETELA.

Teología de Abya-Yala en los albores del siglo XXI. San José: DEI

__________ (1998). El grito del sujeto: del teatro- mundo del evangelio

de Juan al perro-mundo de la globalización. San José: DEI.

Lanz, Carlos. 2006. Aportes para el debate del Socialismo del Siglo XXI: Tesis

programaticas del socialismo revolucionario. Tercera edición.

Petras, James. 2004. Imperio Vs. Resistencia. Habana: Casa Editora Abril

Touraine, Alain. “¿Existe una izquierda en América Latina?”. Caracas: El

Nacional, 1 de octubre 2006

Valderrama, Toby y Mena Alejandro. 2006. Rumbo al Socialismo. Tercera

reimpresión. Barcelona: Gobernación del Estado Anzoátegui.

elidaquevedo@gmail.com
Fuente: